Hay un claro de bosque
donde los cuerpos-palabras danzan
y el silencio arremolina.
Los cascabeles relinchan,
los dientes relucen violáceos de almidón,
las bocas naufragan en espaldas desiertas,
cuentan estrellas salpicadas en la piel
ríen y se esfuman entre ventanales de enero.
En el lugar donde los cuerpos-palabras
levitan
se enlazan
y segregan
enhebro una trenza en tu brillante y negra cabellera.
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