“Justo que pensaba en vos
caí muerto”
L. A. S.
Su respiración era rítmica. Espaciada. Casi imperceptible.
Los movimientos, involuntarios.
De tanto en tanto sus músculos descargaban shocks de tensión acumulados durante la jornada laboral escueta.
El sol comenzaba a proyectar sus rayos sobre la ventana que, aunque parapetada por aquellas espesas cortinas en “blue marine”, filtraba esa claridad indeseada sobre su rostro.
-CLARIDAD INDESEADA SOBRE SU ROSTRO- latencia proyectada sobre el sueño proveniente de su realidad fatal.
Aquellas descargas musculares frecuentemente lo despertaban.
Era un despertar mecánico. Un abrir y cerrar de ojos insípido. Un obturador de imagen en 2000 de velocidad, que captaba al azar (“ESE AZAR”) el objeto que se hallase en el campo focal para, sin haberlo abandonado, retomar la volatilidad del sueño.
Pero, cual era verdaderamente la realidad entonces?
Aquel súbito despertar, y retomar el sueño, le confería placer.
Podía manejar mentalmente cada regreso a la volatilidad onírica, su realidad favorita. Esto, claro está, siempre que ese factor de-des-per-tar (interruptor externo) no lo interceptara en su pleno proceso de inducción al sueño, con sus zandalitas “tic-tac-tic-tac” martillando en el leaving, o su vocecita de cuasi orquesta alternativa desafinando en el lavadero a las 11.30 AM.
-"Siempre canta a la mañana, your fucker mother"
Deseaba entonces, con todas sus fuerzas, estar solo, solo para siempre, solo.
No escuchar a nadie, no explicarle a nadie, no bancar a nadie.
No compartir con nadie, no encontrar el baño ocupado a las seis, cuando llegaba con esas ganas acérrimas de orinar, no lavar dos platos, no hacer “tanto fideo para dos”, no preparar dos chopps, no ir a buscar a nadie.
Paulatinamente se hundía, se hundía en sueño pero más se hundía en realidad.
Inexplicablemente esa madrugada sintió mas sueño de lo habitual, mayor pesadez muscular, mayor tensión en sus arterias.
Un dolor fino pero muy perceptible le perforaba la nuca.
Recordó el bisturí de aquella tarde, cuando conoció el quirófano, aunque más no sea de un dentista, y se orinó los pantalones.
Inexplicablemente, esa madrugada la vio dormir.
La observó. Dormida a su izquierda.
-“En realidad es hermosa, pero yo…”
Las cortinas acechaban en la oscuridad.
Sintió una gran pesadez en los párpados y resolvió dormir sin desayunar.
Y cuando abrió los ojos, cuando intentó abrirlos, un olor fétido asfixiaba sus sentidos.
Arena raspaba su tráquea.
La humedad de la tierra astillaba sus uñas.
Intentó gritar.
Y eso fue lo último que intentó.
Principios de Mayo-25 de Mayo del 2010
2 comentarios:
Muy bueno. Felicitaciones. Me gustó mucho
Gracias Robert.
Como en la oscuridad de una casa desconocida, voy.
Despacio.
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