“Toda mi vida me entrené para ser
Campeón, y cuando lo logré,
ya no sabía mas que hacer”
S. V. P.
Y cuando se dispuso a la narrativa, asegurándose de llevar cargado el pulmón con la tibia suavidad de la estilográfica negra, vino Eduardito con sus tres mil cuchillos anhelantes entre las tinieblas, e hincó sus fríos filos sobre su carne otra vez.
Ceguera.
Asfixia.
Frío.
Desnudez.
Ira.
Odio.
Punciones.
Estallidos.
Tinieblas.
Ruido.
Desgarro.
Tensión dental.
Ira.
Ira.
Ira.
Desinterés absoluto.
No más.
“Llevo cegada la garganta”
(by Soledad Astier)
18/12/2009
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