Cada noche la soledad de su ausencia me visita. Cada noche la casa desabitada me corroe.
Cada mañana la cama se estira en el espacio vacío de su cuerpo.
Cada vuelta a la casa se viste de luto.
Cada cena es la final.
Algunas mañanas me traicionan, y me fuerzo a imaginar, a rearmar la imagen de su rostro durmiendo.
Y lo vuelvo a ver; tranquilo, apacible, veo cada movimiento involuntario de sus ojos dormidos; su cabello oscuro, salpicado de luz plata.
Veo su boca, veo el movimiento rítmico de su respiración serena que no está.
Espero que despierte y me de su abrazo interminable donde me hundía hasta caer al vacío dulce (Sueña un sueño despacito entre mis manos hasta que por la ventana suba el sol).
Afuera está lloviendo, y el dolor se hace más agudo.
Mientras me desmaterializo cada día más.
1/4/2010
1 comentario:
Me encanta. Muy bueno. Hermoso camino. Lo mejor. Tenés con que.
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